El premio de la Asociación de Prensa Extranjera se fue a Europa.
Todas la cifras fueron escritas con tinta roja. La pequeña y discreta ceremonia de entrega de los Globos de Oro, realizada el domingo pasado en el Beverly Hilton de Los Ángeles, logró apenas 4,8 puntos de rating televisivo, es decir, tres veces menos que la del año pasado, colocándose en cuarto lugar en su horario por debajo de las teleseries Comanche Moon, Extreme Makeover: Home Edition y de los dibujos animados Family Guy y American Dad.
Las pérdidas, calculan los expertos, pueden superar los 60 millones de dólares entre los ingresos de la propia gala y los gastos que suponen las fiestas para los premiados.
Pero más allá de números inconsolables, los resultados dejan entrever la profunda crisis de creatividad que atraviesa Hollywood desde hace décadas y que la ha obligado a mirar más allá de sus fronteras.
No en balde, el Globo de Oro a la Mejor película dramática no alcanzó a aterrizar en territorio estadounidense, sino británico, donde el cineasta Joe Wright concibió la idea de llevar al formato de cine la romántica novela de Ian McEwan Atonement, una historia de celos ambientada en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial.
Incluso Sweeney Todd, el musical de Tim Burton, ganadora del Globo de Oro a la Mejor comedia o film musical, lleva la factura europea en muchos de sus apartados: fue rodada en los estudios Vinton de Londres y la mayor parte de su elenco (incluyendo a Helena, Alan Rickman y Bonham Carter) es de origen británico.
Ni qué decir del Globo al Mejor actor en un drama, que tal como auguraban los críticos y apostadores de oficio, se instaló cómodamente en el histrión británico, aunque nacionalizado irlandés, Daniel Day-Lewis por su interpretación de un texano de principios del siglo XX que, al estar buscando plata, encuentra petróleo.
Pero eso no es todo. Si la estatuilla al Mejor actor secundario en un drama recayó en el español Javier Bardem por su papel de asesino que no perdona vidas en No country for old men, el de Mejor actriz en una comedia o musical fue a parar en las manos de la francesa Marion Cotillard por su aclamada interpretación de la malograda Edith Piaf en La vie en rose.
También la de Julie Christie, quien superó a Angelina Jolie, Jodie Foster, Cate Blanchett y Keira Knightley, llevándose a Gran Bretaña el Globo de Oro como Mejor actriz dramática por la película Away from her, donde encarna a una enferma de Alzheimer.
Y la de Mejor actriz de reparto para la australiana Cate Blanchett por encarnar a un joven Bob Dylan en la celebrada película de Todd Haynes I'm not there.
Los Globos no hicieron parada en Colombia para premiar a la cantante Shakira, quien compuso el tema La despedida para la versión cinematográfica de Mike Newell de la garciamarquiana El amor en los tiempos del cólera. Mucho menos se detuvieron en Honduras, pese a que público y críticos apostaban que sería la ni tan fea América Ferrera quien saldría beneficiada nuevamente por Uggly Betty.
En casa se quedaron, sí, las estatuillas a Mejor actor en una comedia o musical para Johnny Depp, quien aunque reside en Francia, venció a los pesos pesados Tom Hanks y Philip Seymour Hoffman por su rol de barbero asesino en Sweeney Todd, de Tim Burton.
La del neoyorquino Julian Schnabel como Mejor director por La escafandra y la mariposa, la cinta que hablada en francés se llevó el Globo al Mejor film en lengua extranjera. La del ratoncito de los estudios Pixar Ratatouille, premiado en la categoría de Mejor cinta animada. Y la de Mejor guión para los hermanos Ethan y Joel Cohen, a quienes todos daban como favoritos por su sangrienta No country for old men, pero que, como escritores solidarios, han sido de los primeros en apoyar la huelga que por estos días ensombrece más y más a Hollywood.
Las pérdidas, calculan los expertos, pueden superar los 60 millones de dólares entre los ingresos de la propia gala y los gastos que suponen las fiestas para los premiados.
Pero más allá de números inconsolables, los resultados dejan entrever la profunda crisis de creatividad que atraviesa Hollywood desde hace décadas y que la ha obligado a mirar más allá de sus fronteras.
No en balde, el Globo de Oro a la Mejor película dramática no alcanzó a aterrizar en territorio estadounidense, sino británico, donde el cineasta Joe Wright concibió la idea de llevar al formato de cine la romántica novela de Ian McEwan Atonement, una historia de celos ambientada en la Inglaterra de la Segunda Guerra Mundial.
Incluso Sweeney Todd, el musical de Tim Burton, ganadora del Globo de Oro a la Mejor comedia o film musical, lleva la factura europea en muchos de sus apartados: fue rodada en los estudios Vinton de Londres y la mayor parte de su elenco (incluyendo a Helena, Alan Rickman y Bonham Carter) es de origen británico.
Ni qué decir del Globo al Mejor actor en un drama, que tal como auguraban los críticos y apostadores de oficio, se instaló cómodamente en el histrión británico, aunque nacionalizado irlandés, Daniel Day-Lewis por su interpretación de un texano de principios del siglo XX que, al estar buscando plata, encuentra petróleo.
Pero eso no es todo. Si la estatuilla al Mejor actor secundario en un drama recayó en el español Javier Bardem por su papel de asesino que no perdona vidas en No country for old men, el de Mejor actriz en una comedia o musical fue a parar en las manos de la francesa Marion Cotillard por su aclamada interpretación de la malograda Edith Piaf en La vie en rose.
También la de Julie Christie, quien superó a Angelina Jolie, Jodie Foster, Cate Blanchett y Keira Knightley, llevándose a Gran Bretaña el Globo de Oro como Mejor actriz dramática por la película Away from her, donde encarna a una enferma de Alzheimer.
Y la de Mejor actriz de reparto para la australiana Cate Blanchett por encarnar a un joven Bob Dylan en la celebrada película de Todd Haynes I'm not there.
Los Globos no hicieron parada en Colombia para premiar a la cantante Shakira, quien compuso el tema La despedida para la versión cinematográfica de Mike Newell de la garciamarquiana El amor en los tiempos del cólera. Mucho menos se detuvieron en Honduras, pese a que público y críticos apostaban que sería la ni tan fea América Ferrera quien saldría beneficiada nuevamente por Uggly Betty.
En casa se quedaron, sí, las estatuillas a Mejor actor en una comedia o musical para Johnny Depp, quien aunque reside en Francia, venció a los pesos pesados Tom Hanks y Philip Seymour Hoffman por su rol de barbero asesino en Sweeney Todd, de Tim Burton.
La del neoyorquino Julian Schnabel como Mejor director por La escafandra y la mariposa, la cinta que hablada en francés se llevó el Globo al Mejor film en lengua extranjera. La del ratoncito de los estudios Pixar Ratatouille, premiado en la categoría de Mejor cinta animada. Y la de Mejor guión para los hermanos Ethan y Joel Cohen, a quienes todos daban como favoritos por su sangrienta No country for old men, pero que, como escritores solidarios, han sido de los primeros en apoyar la huelga que por estos días ensombrece más y más a Hollywood.
SIMÓN VILLAMIZAR
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