Miles de personas se reunieron el viernes para el funeral de la líder de la oposición paquistaní Benazir Bhutto, cuyo asesinato ha llevado a este país con capacidad nuclear a una de las peores crisis en sus 60 años de historia.
Su muerte el jueves tras un mitin ha desatado una ola de violencia, especialmente en la provincia de la que era originaria, Sindh, donde al menos 17 personas han muerto.
Todo ello ha despertado los temores de que las elecciones del 8 de enero, que iban a devolver a Pakistán un gobierno civil, fueran desconvocadas, aunque el primer ministro interino, Mohammadmian Soomro, dijo que no había cambios en el calendario por el momento.
Los presentes lloraban y se golpeaban en la cabeza mientras el cadáver de Bhutto era trasladado en ambulancia a su pueblo en el sur del país.
Su marido, Asif Ali Zardari, acompañó el féretro cerrado y cubierto por la bandera tricolor del Partido del Pueblo de Pakistán en el trayecto de 7 kilómetros hasta el mausoleo familiar.
"Mostrad paciencia. Dadnos valentía para sobrellevar su pérdida", dijo Zardari a la multitud tras llegar a Sindh con el cadáver de su mujer, acompañado por sus tres hijos adolescentes.
Los líderes mundiales han instado a Pakistán a no abandonar el curso hacia la democracia, mientras crecen los temores de inestabilidad en una región donde está muy presente el integrismo islámico.
Diecisiete personas, entre ellas tres policías, han muerto en las protestas en Sindh desde que se conoció el asesinato.
"Anticipamos que la situación podría empeorar tras el funeral", dijo el responsable de Interior de Sindh, Ajtar Zaman, a Reuters.
PROTESTAS CONTRA MUSHARRAF
Muchos de los seguidores de Bhutto culparon al presidente Pervez Musharraf de su muerte, además de a Estados Unidos, que ha apoyado al ex general, y rechazaron las especulaciones de que había muerto a manos de integristas islámicos vinculados con Al Qaeda.
"No importa cuántas Bhuttos mates, una Bhutto emergerá de cada casa", gritaban algunos de los presentes en el recorrido del féretro.
Las autoridades han ordenado disparar a los manifestantes violentos. Cientos de coches, camiones y autobuses ardían en Sindh y grupos de hombres bloquearon las carreteras y cantaban consignas contra Musharraf.
Mientras, una explosión en una reunión electoral en el noroeste del país mató a seis personas, incluido un candidato del partido que apoya a Musharraf, dijo la policía.
Bhutto, de 54 años, volvió de un exilio de ocho años en octubre, esperando que su gran tirón entre los pobres la propulsara al poder por tercera vez.
Pero ayer, tras un mitin en el que se refirió a amenazas de muerte, se puso en pie para saludar a sus seguidores desde el coche descapotable y un hombre disparó contra ella antes de hacer estallar los explosivos que llevaba encima.
En Pakistán, un país acostumbrado a la violencia política, sus amigos y enemigos estaban atónitos con su muerte.
"Benazir Bhutto era un rayo de esperanza para los moderados", dijo Abbas Raza, empleado de banca de Lahora. "Pero con su muerte, hemos perdido toda esperanza".
/Por Faisal Aziz/
viernes, 28 de diciembre de 2007
Un Pakistán en crisis despide a Benazir Bhutto
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