Josef Fritzl instaló sistema de gas en sótano de su casa. Eso explicaría por qué su hija Elisabeth y los niños prisioneros aceptaron su encierro. Policía austriaca investiga si tal sistema se instaló en la mansión.
Las autoridades austriacas investigan si Josef Fritzl fabricó un mecanismo para que el sótano, donde mantenía encerrados a su hija y tres hijos-nietos en la localidad de Amstetten, se llenara de gas en caso de que a él "le pasara algo". Así lo ha señalado el portavoz policial Helmut Greiner, que ha indicado que Fritzl habría advertido a su hija Elisabeth, a quien mantuvo cautiva 24 años, que si le "ocurría algo", la vivienda subterránea se llenaría de gas. Los investigadores deducen que esta amenaza explicaría en parte por qué los prisioneros de Josef nunca intentaron atacar a su carcelero para liberarse.
VÍCTIMAS EN CLÍNICA
El septuagenario, detenido y acusado del caso más grave de secuestro, abuso sexual e incesto conocido en Austria, ha declarado que había instalado un temporizador en la puerta de acero de 300 kilogramos del escondite para que se abriera en caso de que el mecanismo de apertura no fuera utilizado durante un cierto tiempo. Según el portavoz policial, seis expertos analizan la casa de Fritzl para averiguar el funcionamiento de esta puerta, de un total de 35 especialistas que desde hace casi una semana estudian el edificio.
Elisabeth y dos de los hijos de esta, que salieron el sábado del sótano, están junto a la madre de Elisabeth y los otros tres niños fruto del incesto en un recinto aislado en la clínica Amstetten-Mauer, próxima a Amstetten, donde reciben cuidados especiales de psiquiatras y otros especialistas.
Kerstin, de 19 años, la hija mayor de Fritzl y Elisabeth, sigue internada en otro hospital de Amstetten, en estado grave, tras quedar inconsciente, lo que llevó al sospechoso a trasladarla al hospital.
El director de la Clínica Amstetten-Mauer, Berthold Kepplinger, ha declarado hoy que el estado físico de los pacientes "es relativamente bueno" y ha precisado que la "familia se encuentra bien bajo las circunstancias presentes".
Christine R., cuñada de Josef Fritzl, asegura en una entrevista al diario austriaco Österreic que él pasaba todos los días horas en el sótano de su casa. Según Christine R., "todas las mañanas a las 9.00 Josef bajaba al sótano, supuestamente para dibujar unos planos para unas máquinas que quería vender". "A veces también pasaba toda la noche allí. Ahora sabemos por qué", agrega.
Christine R., de 56 años, asegura además que Fritzl humilló a su hermana durante los 51 años de matrimonio y que siempre maltrató a sus hijos, que en su mayoría se casaron jóvenes para irse de la casa familiar. "Mi hermana se casó con Josef cuando tenía 17 años, no tenía formación ni profesión, y eso él lo aprovechó de forma brutal durante 51 años", relata la mujer.
"Josef era déspota, siempre lo he odiado", añade, y recuerda que hace 40 años el esposo de su hermana fue encarcelado por la violación de una mujer en Linz, "y eso cuando ya tenía cuatro hijos con mi hermana". Fritzl y su esposa Rosemarie tuvieron siete hijos, entre ellos Elisabeth.
POLICÍA PIDE AYUDA A VECINOS
1) El detective Franz Polzer ha pedido la ayuda de todos los que hayan vivido en el barrio del pequeño pueblo de Amstetten, a 130 kilómetros de Viena. "Pregunto si quizás alguno de ellos puede haber visto algo digno de destacar que en el momento le haya parecido insignificante", dijo el comisario Polzer en una rueda de prensa.
2) Precisamente por si sus testimonios pueden ser de utilidad para la investigación, la policía llamará a declarar a unas cien personas que pasaron por la casa o vivieron en los alrededores de la misma durante los 24 años en que Elisabeth permaneció cautiva. Este intento se explica porque nadie advirtió nada extraño, dada la atmósfera de respetabilidad de la que Fritzl supo rodearse.
2) Precisamente por si sus testimonios pueden ser de utilidad para la investigación, la policía llamará a declarar a unas cien personas que pasaron por la casa o vivieron en los alrededores de la misma durante los 24 años en que Elisabeth permaneció cautiva. Este intento se explica porque nadie advirtió nada extraño, dada la atmósfera de respetabilidad de la que Fritzl supo rodearse.
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